He aprendido, unas veces desde mi entorno familiar, otras interaccionando fuera de él, que uno no puede hacer siempre lo que quiere, que el trabajo implica sacrificios, que si quieres ser alguien en la vida tienes que sudar y sufrir, que si estamos pasándolo mal es porque algo tenemos que aprender… la lista es interminable…

¡CREENCIAS!

 

Amor propio

Tomemos las riendas de nuestra vida

Esas creencias me tuvieron atrapada por mucho tiempo en un entorno laboral que si bien no odiaba por completo, no me llenaba totalmente, sentía a menudo un vacío, que llenaba diciéndome que lo primero es tener estabilidad y que si no lo apreciaba, debía aprender a hecerlo.

Pasaron así años de estrés, vacíos y desgastes emocionales, todo para poder tener la «tranquilidad» de una buena cantidad a fin de mes, que me parecía casi imposible obtener haciendo otra cosa……

Y aprendí a las malas: después de años de malos humores, victimización, desmotivación y perderme reuniones familiares, ver crecer a mis hijos, etc….,
Y ahora puedo decir que me encuentro feliz y realizada con el giro que di a mi carrera y estilo de vida, no puedo decir que volver a comenzar haya sido fácil, pero ciertamente me ha traído muchas más satisfacciones que las que creí que me traía la estabilidad económica.
Y no quiero decir que sea feliz sin dinero, ¡para nada!, ahora estoy satisfecha y por eso fluye más fácilmente la abundancia.

En terapia con mis clientes, me he dado cuenta que cuando se presentan en la vida laborar las siguientes señales, es porque el universo está pidiendo a gritos que se cambie de rumbo:

1. Esperas las vacaciones y los días festivos con la misma ilusión que un niño espera el día de Reyes. Tus planes para organizar tu vida, darte un tiempo, salir con amigos , etc. están supeditados a las vacaciones, porque en los días normales de trabajo no encuentras energía, tiempo o ganas para pasarla bien. NO ES NORMAL y no está bien creer que así es la vida laboral. El equilibrio entre la vida la personal y el trabajo es necesario.

2. Hay más contras que pros en tu lista, pero los justificas y compensas diciendo: “bueno, pero tengo un sueldo fijo” o “unas cosas por otras”. No es necesario negociar con nuestra felicidad, puedes tener todo lo que quieres, un sueldo fijo y satisfacción personal; buen ambiente de trabajo y reconocimiento; horas flexibles y pago justo. El pensamiento de: “es que la cosa está difícil, no voy a encontrar nada más” es eso, un pensamiento que está en la mente y que está limitando las posibilidades y oportunidades en tu vida.

3. La mayor parte del tiempo estás “demasiado cansado” para salir, cambiar de rutina, hacer otros planes, tomar decisiones… No es normal que un trabajo te agote hasta ese punto, si lo sientes así probablemente sea porque la distribución de tareas no es equitativa y eso no es parte normal de las condiciones laborales de una empresa o una institución. Otra causa puede ser el desgaste emocional que conlleva no estar haciendo algo que te satisface o llena por completo y no, NO ES NORMAL ni sano que creas que no es posible encontrar en la vida algo que te haga sentir pleno al 100%. Esto no sucede porque todo fuera es perfecto, pero cuando encuentras tu llamado y lo que en verdad hace tu corazón llenarse de júbilo, aunque haya dificultades, ese cansancio emocional no existe.

4. No te sientes reconocido. Es importante para todo ser humano sentirse reconocido por sus logros, pero además es obligación de toda empresa y patrón el mantener a sus empleados motivados y el reconocimiento es parte importante de esa motivación. Cuando no nos sentimos reconocidos por nuestros logros los niveles de estrés aumentan y nuestra autoestima se ve afectada.

5. El ambiente general es de chismes y competencia desleal. Si logras salirte del círculo tóxico y vicioso (lo cual es sumamente difícil, a menos que seas un monje tibetano), de todas maneras la energía de este tipo de lugares es contaminante y te alcanzará de alguna manera, ya sea con estrés, enfermedades físicas o cansancio emocional.

6. Cumplir con tu trabajo implica dejar a un lado otras prioridades en tu vida. Con frecuencia estás demasiado cansado como para salir a pasear con la familia; tu estrés afecta tu ambiente familiar y en ocasiones observas que no te es posible separarte emocional y mentalmente del ambiente laboral aunque estés de vacaciones o tengas una tarde libre.

7. A veces te sorprendes soñando despierto con otra vida que implicaría tener otro tipo de trabajo o más de una vez has decidido que te vas a ir de ese lugar y has comenzado a buscar entre tus conocidos o en las bolsas de trabajo.

¿Por qué estos son signos de que no estoy en el trabajo indicado?

Primero que nada porque todos estos son síntomas de insatisfacción y no me cansaré de decirlo: NO ES NORMAL creer que pasarlo mal es parte natural de la vida.
Segundo: porque la angustia, el cansancio emocional, el estrés crónico, la desmotivación, etc. conducen a estados emocionales poco sanos como la depresión, causan enfermedades y no son consecuencias naturales de “trabajar”.
Tercero: porque una persona que se siente plena con su vida no tiene por qué experimentar estos estado extremos y desgastantes. No te engañes, no es así, si te sientes mal es una señal clarísima que te está mandando tu cuerpo de que la cosa no va por ahí, aprende a escuchar tu voz interior, esa que nos han callado a punta de creencias falsas para seguir siendo esclavos de un sistema económico al que lo que menos le importa es nuestra verdadera felicidad.

Esta insatisfacción que sientes en este ámbito de tu vida puede ser por tres razones: 1) te gusta lo que haces pero el ambiente laboral y la estructura de la empresa te impide fluir adecuadamente y te imposibilita. 2) no te gusta lo que haces y aunque el ambiente y las condiciones son adecuadas, no te llenan. 3) no te gusta lo que haces y el ambiente y condiciones no son favorables.

Sea cual sea el motivo la solución es la misma: ¡CAMBIA DE TRABAJO!

¿Cómo dar el salto?

Una vez que te decidas a cambiar tus creencias, una vez que te des cuenta de que puedes ser completamente feliz en todas las áreas de tu vida, que te mereces un trabajo en el que te sientas satisfecho, que sí existen ahí afuera condiciones laborales óptimas y que el trabajo ideal para ti te está esperando, que puedes tenerlo todo: dinero, placer, satisfacción personal, reconocimiento… Una vez que dejes el miedo a no conseguir nada más y la idea fatal de que venimos a esta vida a sufrir y aprender lecciones a partir del sufrimiento, cuando el traje de víctima te estorbe y te des cuenta de que tú tienes el poder sobre lo que quieres de tu vida, entonces podrás dar el salto.

¿Por dónde comenzar?
1. Cuestiona tus creencias, no todo lo que piensas es verdad, pero peligrosamente es lo que de alguna manera se manifiesta en nuestra realidad. Cada vez que te llegue un pensamiento limitante pregúntate: ¿es esto verdad?, ¿es absolutamente cierto? ¿qué emociones y sentimientos te despierta el pensar esto? ¿en quién te conviertes cuando piensas esto? ¿Qué consecuencias ha tenido en tu vida este pensamiento? Y entonces inviértelo por el contrario, por ejemplo: si piensas “no voy a encontrar ningún buen trabajo” la inversión sería: “es posible encontrar un buen trabajo”, conviértelo en una afirmación y repítelo hasta el cansancio, hasta que se convierta en parte de tu realidad .

2. Redescubre tu llamado. Observa qué actividades a lo largo de toda tu vida te han hecho sentir más pleno y satisfecho, si lo que haces ahora no tiene mucho que ver con eso, es momento de replantearte lo que estás haciendo. No significa forzosamente cambiar de carrera, aunque en algunos casos puede llegar a ser necesario. Busca la manera de incorporar a tu vida laboral las cosas que más disfrutas hacer o de encontrar un trabajo que te permita estar rodeado de ese tipo de actividades.

3. Quítate de la cabeza que es un error garrafal o un fracaso volver a empezar. A menos que te parezca lógico ser infeliz por el resto de tu vida con tal de no “fracasar”.

4. Haz una lista de pros y contras. Si ganan los contras no busques peros…

5. Entiende que mereces ser feliz y prueba poco a poco salir de tu zona de confort. Con frecuencia nos quedamos en un lugar por miedo al cambio. Piensa: ¿qué ha pasado en otras ocasiones en tu vida cuando decides salir de tu zona de confort? Probablemente ahora puedas ver en perspectiva que la mayoría de las veces, aunque al principio haya sido un reto, las cosas salieron bien, incluso mejor de lo que esperabas. Si algunas no salieron bien, no importa, porque entonces ya sabes qué conductas o pensamientos evitar y qué cosas sí te funcionaron. No se trata de dejarlo todo a ciegas y sin tener un respaldo. Evalúa tus opciones y observa qué es lo mejor para ti, pero siempre actuando desde el amor y no desde el miedo.

6. Escucha y confía en tu intuición. Todas esas veces que has sentido tu cuerpo contraerse, tu estómago hecho un nudo, la espalda rígida, la cabeza punzante, es tu ser superior pidiéndole a tu cuerpo que te diga que es momento de poner una pausa y evaluar el camino. Escúchate, las respuestas correctas no están fuera, SIEMPRE están dentro de ti.

Ahora es momento de observar con amor si es tiempo de hacer un cambio en tu vida. Te mereces una vida libre y sin sufrimiento, es importante que entiendas que ni dios ni el universo quieren que aprendas lecciones trayéndote insatisfacción. La lección real es que vienes a este mundo en este tiempo a SER FELIZ y si no te sientes así, está en tus manos cambiar de posición para lograrlo.
Espero que esto te haya sido de utilidad. Si conoces a alguien que se pueda beneficiar con estas palabras, no dudes en compartirlo y recuerda que me puedes contactar para hablar sobre este o cualquier otro tema que esté rondando tu mente.
Mi llamado es servirte.

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