¿En qué fallé, si le di todo?
¿Qué les estamos haciendo a nuestro jóvenes? Hace poco leí un dato interesante. El 95% de jóvenes confía en su familia. ¡El 95%! La familia les importa. Está claro!
Pero, seducidas por la comodidad y el relativismo, las familias están ahogando su protagonismo con lamentables consecuencias. Ya pocos recuerdan esa famosa frase de: «educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío».
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Los padres de «la nueva era» creemos que los límites y las limitaciones hacen sufrir a nuestros hijos, que queremos evitárselos a toda costa. Solo así puede entenderse el permisivismo actual y la pérdida de autoridad de tantos padres. Si el niño quiere un móvil, hay que dárselo. Si la niña quiere regresar a la medianoche, hay que darle permiso. Si el joven quiere experimentar para poder elegir después, hay que dejarlo….. ¿Entonces, para que c… estamos los padres? Si elegimos vivir de espaldas a nuestro compromiso como padres, luego nos haremos la retórica pregunta ¿En qué fallé, si le di todo? La pregunta es la respuesta: le diste todo. No dejaste que tropezará, no dejaste que careciera de algo que deseaba, no te atreviste a decir «no», te negaste a pegar de vez en cuando un grito… Pero sobre todo, olvidaste que tus hijos no necesitaban de cosas, te querían a ti. ¿Propósito ideal del 2019? Tomar doble dosis de coraje y amor. No dejar a nuestros hijos en las manos de los algoritmos de la tecnología. Abrirles solo las puertas correctas en el tiempo justo y por las razones idóneas.

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