¿INFLUYE EL VÍNCULO CON NUESTROS PADRES EN NUESTRAS RELACIONES DE PAREJA?

¿Realmente se reproduce el tipo de apego temprano que se tuvo con la madre o padre, en la relación de pareja? Parece que, efectivamente, ese primer vínculo que se tiene en la vida, marca de algún modo el estilo afectivo adulto y la forma de establecer relaciones, tanto con la pareja como con los amigos y otras personas significativas.

¿Qué es el apego?

El apego es el vínculo afectivo originado durante el primer año de vida con la madre o padre, cuyo objetivo es la búsqueda de proximidad, afecto y seguridad, que constituye la base de las relaciones íntimas que estableceremos a lo largo de la vida.

 Implica un intercambio de confort, cuidado y placer. Las raíces de la investigación sobre el apego comenzaron con las teorías de Freud sobre el amor, pero es a otro investigador al que se le suele atribuir el papel de padre de la teoría del apego.

John Bowlby dedicó una extensa investigación al concepto de apego, describiéndolo como una «conexión psicológica duradera entre los seres humanos». Bowlby compartió la opinión psicoanalítica de que las primeras experiencias en la niñez son importantes para influir en el desarrollo y el comportamiento más tarde en la vida.

Bowlby creía que el apego tenía un componente evolutivo; ayuda en la supervivencia.

«La propensión a hacer fuertes lazos emocionales con individuos particulares es un componente básico de la naturaleza humana».

A partir de los vínculos afectivos que tenemos durante la infancia,  vamos creando una especie de esquema mental basado en:

  • La imagen de uno mismo, la autoestima, la autoconfianza
  • La imagen que se tiene del otro y lo que podemos esperar de las relaciones.
  • La intimidad: la confianza, el cariño, los cuidados, el sexo
  • Las bases para la regulación y expresión emocional, la empatía

No cabe duda de que todas las personas tienen una forma personal de vincularse a otros, que coincide hasta cierto punto con el tipo de apego que se tuvo durante la infancia. Los vínculos construidos con las figuras que nos proporcionaron cuidados durante los primeros años de vida, dejan una huella en nuestro modo de relacionarnos y constituyen una base importante en el establecimiento de relaciones futuras (Holmes, 2011).

Características del Apego

Bowlby creía que las características distintivas del apego son cuatro:

1. Mantenimiento de proximidad – El deseo de estar cerca de las personas a las que estamos vinculados.

2. Refugio seguro – Volviendo a la figura de apego para comodidad y seguridad frente a un miedo o amenaza.

3. Base segura – La figura de apego actúa como base de la seguridad de la cual el niño puede explorar el ambiente circundante.

4. Angustia de separación – Ansiedad que ocurre en ausencia de la figura de apego.

Bowlby hizo tres propuestas clave acerca de la teoría del apego. En primer lugar, sugirió que cuando los niños son criados con la confianza de que su cuidador principal estará disponible para ellos, son menos propensos a experimentar miedo que aquellos que son criados sin tal convicción. En segundo lugar, creía que esta confianza se forja durante un período crítico de desarrollo, durante los años de infancia, niñez y adolescencia, y que las expectativas que se forman durante ese período tienden a permanecer relativamente sin cambios para el resto de la vida de la persona. Por último, sugirió que estas expectativas que se forman están directamente vinculadas a la experiencia. En otras palabras, los niños desarrollan expectativas de que sus cuidadores responderán a sus necesidades porque, en su experiencia, sus cuidadores han sido receptivos en el pasado.

Muchas formas de intimidad (abrazos, miradas, cuidados…), son reflejos del contacto con los padres, por lo que no es de extrañar que la relación de apego deje huellas muy profundas en nuestro desarrollo afectivo. Pero existen diferencias entre el apego infantil y el adulto: en las relaciones de pareja ambos miembros son figuras de apego, se cuidan y dan afecto recíprocamente, y entra en juego el sexo.

Así pues, ¿qué relación existe realmente entre las formas de apego infantil y las relaciones de pareja? Veamos cómo se reproducen estos estilos afectivos de la infancia en las relaciones de pareja:

Estilo seguro: los niños con apego seguro han tenido madres o padres sensibles, capaces de responder a sus necesidades afectivas. Este es el tipo de apego más positivo para una relación de pareja estable y satisfactoria

  • Tienen una imagen positiva de sí mismos y de los demás.
  • Confían en el otro cuando necesitan ayuda, del mismo modo que dan soporte cuando se les necesita.
  • Se sienten cómodos con la intimidad y viven el sexo de forma natural.
  • No tienen temor infundado al abandono ni celos patológicos. Son capaces de imaginar un futuro feliz al lado de alguien.
  • Tienen una expresión emocional saludable y manejan bien los conflictos.
  • Es el estilo que más estabilidad mantiene durante la vida adulta y sólo es susceptible de alterarse ante situaciones traumáticas.

Estilo inseguro ansioso-ambivalente: estos niños han tenido madres o padres muy inestables, que cubrían sus necesidades en función de su propio estado de ánimo (sobreprotegen, atemorizan, rechazan o incluso maltratan a sus hijos). Por ello, aprenden a vivir las relaciones con miedo e inseguridad. Las personas con este tipo de apego son muy propensas a desarrollar dependencia afectiva.

  • Tienen una mala imagen de sí mismos y una baja autoestima. La imagen de los otros es bastante inestable, pasan del amor al odio con facilidad.
  • Demandan constate atención de su pareja; ante cualquier problema, van a hiperactivar el sistema de apego infantil. La pareja puede hacer esfuerzos por ayudar, pero su sentimiento de inseguridad es tan fuerte que esos esfuerzos nunca son suficientes para ellos.
  • Necesitan estar cerca de su pareja; si la pareja se aleja, lo viven como un abandono. Pueden utilizar el sexo para tener cercanía afectiva, más que por disfrutar.
  • Viven con temor a un abandono real o imaginario y se muestran muy celosos
  • Tienen una pobre gestión emocional, sus reacciones suelen ser intensas. Los conflictos son frecuentes

Estilo inseguro evitativo: son niños que han sufrido mucho rechazo y desprecio por parte de sus padres (negligencia, ausencia de cariño, maltrato…). Las personas con este tipo de apego son propensas a evitar las relaciones cercanas y duraderas, pues aprendieron que sólo proporcionaban dolor. Se sienten orgullosos de su independencia, sin darse cuenta de que podría ser una actitud defensiva que les protege de tener que establecer esa relación de intimidad que tanto temen.

  • Tienen una imagen positiva de sí mismos y negativa de los otros
  • Suelen ser suspicaces y no suelen confiar en el otro ni pedir ayuda. Del mismo modo, se sienten incómodos ante las peticiones de ayuda de su pareja.
  • Suelen tener el sistema de apego inhibido, por lo que se sienten incómodos ante la intimidad. Respecto al sexo, pueden vivirlo con satisfacción, pero separado de la parte afectiva.
  • Reprimen sus emociones en lugar de expresarlas

Aunque la tendencia a la estabilidad es fuerte, el apego es un sistema flexible, que se va adaptando y modificando según las experiencias junto a otras personas. Esas experiencias pueden ser proporcionadas por los padres (infancia), por los amigos (adolescencia) y, por supuesto, por las relaciones de pareja. Una persona con estilo inseguro, podría “curarse” en una relación de pareja con alguien seguro y estable. Se ha visto que los estilos ansiosos-ambivalentes son más propensos a cambiar que los evitativos (López, 2006).

Aunque el sistema de apego marca una estabilidad en el estilo afectivo de las personas, no es el único factor importante. El apego es un sistema entre otros sistemas en interacción, como la personalidad, el temperamento, el sexo o la cultura. Esto, entendido en su globalidad, es lo que va a determinar la estabilidad en la forma de establecer relaciones de una persona; como hemos visto hoy, relaciones de pareja.

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